La llamamos
así porque cuando la encontramos leímos en su fachada, Villa Isabel, y dijimos
por la fachada que pretenciosa, porque entendemos que después de lo visto por
ahí adelante no se correspondía, con una Villa, únicamente el entorno, es una
finca bastante grande.
Rodearla era
misión imposible, pero mirándola bien con toda esa vegetación consiguí entrar,
no sin antes arañarme por todos lados. Nefer, quedó de vigilanta un poco
apartada, ya que estaban tocando a misa y ella quedaba un poquito antes de la
iglesia.
La puerta de
entrada a la finca
Buscando una
posible entrada, vimos estas escaleras llenas de zarzas, una vez dentro supimos
que daban a las habitaciones, imposible acceder
Otra vez el
costado izquierdo para ver las parras
Frontal –
entrada, aquí fijándonos muy bien vimos una escaleritas y vualá, entre toda esa
vegetación la puerta abierta, la pobre consiguió entrar a pelo, no llevábamos
ni un triste palo.
Ya está,
dentro
Del salón,
me llamó la atención que estando las ventanas cerradas, hubieran entrado las
hiedras, se están comiendo la casa por dentro
Aquí no les
hacían falta plantas caseras
La lámpara
esta molona
La salita,
en casi todos los abandonos hay una silla en el medio de la habitación y
palabra que no toco nada
En medio del
mini-pasillo dirección baño
El baño es
pequeño, pero aun tiene el papel higiénico era lo más limpio, seria por eso por
ser higiénico, jajaja
Una pequeña
habitación, que comunicaba con el salón, tenía una alfombra vegetal
La cocina,
desmontada
Por esta
puerta de la cocina se va al jardín, y a las escaleras de subida a las
habitaciones
Al fondo hay
un cobertizo, pero está todo demasiado salvaje, paso de arañarse más,
con lo cual decido dar marcha atrás
Puerta por
donde entré, vista desde dentro
Y con esto y
un bizcocho nos vemos en unos días.
Hasta más
ver.
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